Conversaciones con Sebastián
Me voy ir a dormir y esta cosa se tenderá en la cama conmigo, enterrada en mi pecho o uno de esos órganos... El pecho no es un órgano, ¿entonces porque duele tanto?
Como si hubieran sido miles de años de tristeza, Un día alguien me recetó que escribiera diarios,luego también me partió el corazón y sin querer dejé de escribir mucho. Siempre supe que los diarios rojos eran de mala suerte.
Heme aquí, con las mismas viejas costumbres de mis años más mozos, solo que de repente conforme pasa el tiempo, este tipo de cosas pierden caché, y de ser absolutamente románticas, pasan a ser absolutamente patéticas. Llega una edad, en que a uno le fluye lo patético con una naturalidad increíble, espero no hablar tanto de amor, si no de el caos: el ser humano en si mismo desde su genética sedentaria es intolerante a los cambios, la memoria que tiene de si mismo es tan efímera que si no fuera capaz de olvidarse a sí mismo sería incapaz de reconocerse en su yo cambiante.
No, no había estado ahí, sigo saliendo y entrando de cuentos, sigo creyendome todas las historias y minutos después cayendo en el desencanto y la desilusión.
Tengo a veces tanto miedo... a veces es tanto que no puedo mas que inspirarme lástima de semejante fragilidad, odio sentirme frágil, odio que le gente me vea frágil pero a veces no soy más que una niña llorona.
Hoy recordaba alguien que alguna vez había sido, era alguien que no sentía miedo ni prejuicios y que no estudiaba las cosas y los riesgos antes de echarse a nadar...
Dicen que volverse adulto es volverse uno cada vez mas estudiado, medio muerto en ciertos aspectos, sentía tristeza, y se me colaba por todos los rincones de mi cabeza, sentí tristeza y con todas mis fuerzas me aferre a mi mundito, aquel que me había rescatado cuando no había nadie.
Creo que no me reconocía ni un poco, n en mi estado de felicidad placebo con R, hasta mi tristeza al regresar a casa y después de arrebatos de histeria, nostalgia y tristeza, después de todo me voy sintiendo mejor.
A veces recuerdo el pasado con melancolía, a veces recuerdo que he cambiado tanto, tantas veces que debería de ser capaz de escoger quién quiero ser después de tantos personajes sin echarlo todo a perder. Me recuerdo en la soledad que tanto le molestaba al vecino, la soledad de los primeros años en el dF, la tristeza de la infancia y la alegría que después de un tiempo parecía haber estado ahí toda la vida.
Echo de menos las pequeñas certidumbres,
tu aroma en la mañana, los martes yendo al cine,
tu cara de emoción los viernes cuando íbamos de fiesta,
los sábados cuando te quedabas a dormir
y los domingos cuando íbamos al tianguis.
La semana parece estar repleta de mas nada,
sólo otra versión de quien fui.
Comentarios
Publicar un comentario