Hopeless Romantic

El amor verdadero y las drogas, como el agua hirviendo, si tienes que preguntar... es por qué todavía no .

Silvayn Me llamo esta tarde, y le enseñe algunos de mis tatuajes, recordé  el día que me tatue el corazón de mis omóplatos,La vuelta a las frías noches, soñando consciente el lejos y el pasado,la vuelta al insomnio, a la pérdida de sensatez, a veces, escuchando algún requiem de alguien que murió hace cientos de años y cuya obra me ayuda a escapar de lo grosero de la vida, de la pesadez después de comer, del sueño pegajoso que me vuelve lenta.

La soledad. No, no es eso. La soledad puede ser bella.
¿Cómo se llama la sensación de estar solo estando con alguien?
Cómo explicar que nunca jamás el otro entenderá el miedo o la angustia porque sólo se entiende el mundo desde uno mismo, desde la propia experiencia.
Los silencios bárbaros que se comen el amor poco a poco, como lobos en invierno.
Esa violencia, ¿cómo se llama esa violencia?
¿Cómo se llama cuando el otro te mira y en vez de comprender, lucha?
¿Cómo nombrar el vacío de ser la decepción de alguien?
Quizá maldición, o el asco de la saciedad...
O no, no. Mejor: vida.
Porque la vida se subordina al síntoma; se clasifica el dolor, se cuentan los latidos, los pasos se vuelven lentos. La gravedad de la vida expulsando la inocencia y condenándola al barro.
Por eso, lo mejor que se puede hacer es aprender a ensuciarse. Mirarse al espejo y ver el polvo manchando las pestañas, los escombros brillando como purpurina en el pelo. Reconocerse vivo y roto desde el principio, para crecer libre, para no avergonzarse de las pequeñas cicatrices que el tiempo deja.
Taquicardia. El corazón desplegándose en ejércitos, los mismos que galopan sobre el orgasmo.
Náuseas. Agua tibia que embarra el estómago, quise vomitar sangre pero mi boca no consiente en desbordar la carne.
Aumento de la temperatura y de la presión sanguínea, el calor traspasa y fatiga. Se me han reventado las ganas -de pronto- y me resbalan por los muslos, llegando cansadas a las rodillas.
Abre la boca, tragatelas. Caliéntame las ganas en tu cuerpo, sé mi tierra fértil.
En mí no brota luz, pero en tu sangre desatada crecen cielos y esperma. Consúmeme la vida y hazme placer. Albérgame en tu paladar. Masticame las alas y siente el crujir de lo doméstico. Duéleme y trágatelo. Todo, hasta el último vestigio de desidia o pulcritud.
Y entender que la tristeza crece salvaje, sólo hay que aprender a hacer camino entre sus flores sin preocuparse en cortarlas, porque siempre crecen fuertes. Caminar sus intersecciones, enterrar las pérdidas, seguir adelante siempre, siempre.
Siempre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A quien corresponda

3 3 y todas las diacronias del tarot